3 ago 2008

Anatomía del arribista.

Los que dejan al rey errar a sabiendas, merecen pena como traidores.

-Alfonso X el sabio.

Hay mucha sapiencia detrás de estas palabras. Lástima que, desde el punto de vista práctico, este refrán haya tenido tan mala pata. Sólo falta ver unos siglos atrás para darse cuenta que no hubo mucha gente aconsejando a los reyes durante --relativamente-- estos últimos tiempos. Vivo ejemplo de eso son la revolución estadounidense, la francesa, la rusa y un buen etcétera. De aquí podría hacerse mucho comentario político que podría oscilar desde Dieu et mon droit hasta El pueblo al poder; pero en realidad ese aspecto no me interesa. Antes bien, me interesa más el preguntarse sobre esta plaga de lo que D. Alfonso llamaba traidores: ¿se murieron con las monarquías absolutistas? En mi opinión, no es así. Todavía tenemos en la actualidad una amplia y extensa gama de arribistas. Los hay de todos los colores, tamaños y sabores. Esto sin mencionar que están en todos los estratos. No sólo en las vetustas cortes de los reyes. Existen unos que son melifluos y delicados, con una lengua más suave que la seda a la hora de hacer lisonja. Los hay también aquellos que saben granjearse la confianza alternando palabras y silencios. Luego tenemos aquellos que se ganan a todos con lujosos y exuberantes regalos. Estos son algunos cuantos. Sin embargo, no hay que olvidar que, detrás de las distintas técnicas, existe un mismo fin: utilizar. Y es así como se salen con la suya. No violentan, no atacan, no hacen ningún daño aparente a nadie. Solamente cometen el peor de los crímenes: mentir y ocultar a cambio de favores. Eso, y dejarte caer en el vacío mientras no perjudique sus planes. Es así como se granjean una falsa amistad. Contra esta mala calaña sólo cabe un tipo de defensa: estar atento. No de una manera maquiavélica y paranoica por supuesto. Bastará, supongo, estar ojo avizor a aquellos que están con uno no sólo en tiempos de banquete, sino también en aquellos de dolor y necesidad. Lástima que ya no se den castigos por alta traición en estas épocas... Bueno, supongo que por algo será.

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