24 jul 2008

Tonto mundo.

Ser estúpido, egoísta y estar bien de salud, he aquí las tres condiciones que se requieren para ser feliz. Pero si os falta la primera, estáis perdidos.
-Gustave Flaubert.

Vamos a ver. Esta cita tiene bastante jugo; y en este caso, un jugo con cierto sabor a la generación maudite de los poetas franceses. Sólo de una mano imbuída en el ambiente de la época podría escribirse una cita tan deliciosa y corrupta a la vez. Aquí, Flaubert nos da una moralina con trampa, y es que la frase es menos superficial de lo que aparenta. ¿Qué es ser feliz? Según el autor de Madame Bovary, es tener todo tipo de comodidades y la suficiente salud y egoísmo para disfrutarlas al gusto propio. Hasta aquí todo bien. El escritor no se aleja de lo que conciente o inconcientemente hacen muchas personas; pero he aquí una nota de originalidad: menciona la estupidez como condición indispensable para disfrutar mezquinamente del estado de bonanza material. Y he aquí la trampa llena de ironía. En un principio parece que el escritor apoya el apoltronado estilo de vida burgués; luego uno cae en la cuenta de que se ríe de él. Ahora bien, la alusión a la estupidez burguesa es sólo un nivel de lectura intermedio (ya lo siento por los antiburgueses acérrimos). Flaubert va todavía más profundo, y es en este sentido dónde llega a conectar con escritores de distintas épocas, entre ellos Séneca, Erasmo de Rotterdam, Quevedo y todo aquel que se haya dignado a hacerse el moralista ante su sociedad. Estamos ante el vetusto tema de la stultitia mundi, la estupidez del mundo que se afana en cosas vanas. Las aves agoreras del mal andar del mundo no son nuevas. Siempre las ha habido. Cuestión aparte es si tendrán, según el caso, razón o no. Aun así, todas tienden a llegar a una conclusión: estamos rodeados de estupidez, y para poder vivir plenamente felices en este mundo tonto hay que ser tan idiota como el resto de personas, o más, para poder hacerse con un poco de esa alegría que hunde sus raices también en la imbecilidad. La pregunta ahora es, ¿será cierto esto? ¿Qué pasará con los que no son estupidos? ¿Se volverán moralistas como Séneca, Erasmo y Quevedo? ¿Cual sería la solución? Flaubert, como muchos de su generación, tienden a plantear sólo el problema, sin dar una respuesta. Enrique Heine, por otro lado, apuntaba a la locura. Según él, la verdadera locura "quizá no sea otra cosa que la sabiduría misma que, cansada de descubrir las vergüenzas del mundo, ha tomado la inteligente resolución de volverse loca". Aquí cabría preguntarse qué es locura y si se es loco por no ser tonto (¿entrarían, por tanto, aquí los moralistas?) o simplemente por hacer locuras. De cualquier modo, es así como llegamos a dos opciones poco agradables: o tonto o loco. Si me lo permiten, yo me iría por un término medio. Me haría el tonto o el loco según la situación y me reiría de igual manera de aquellos que optan sólo por una. Después de todo, hasta el momento no se han mencionado a los cuerdos y tal vez esté aquí el verdadero secreto de la cordura: ser lo suficiente tonto como para querer vivir en este mundo estúpido y estar lo suficientemente loco como para disentir y no caer en las sutiles garras de la idiotez que nos rodea. Y es que se necesita cierto componente demencial y creativo para lograr esto último. Tal vez esté aquí la verdadera sabiduría y la felicidad a la que Flaubert apuntaba. Tal vez así no lleguemos a estar tan perdidos, pese a no ser estúpidos.

Bombs away!

Hola a todos. ¡Bienvenidos a este nuevo blog! La verdad es que ya tiene unos meses de haber sido creado. Puse algunas entradas con bastante pretensión política, filosófica, sociológica... y me di cuenta que era bastante aburrido, así que lo borre todo. Ahora, con unas vacaciones por estrenar y un libro de frases célebres en la mano, me aprovecharé de la paciencia del lector para comentar lo dicho por las personalidades más relevantes de la historia de la humanidad. Por lo que puede apreciarse, es un gran cambio de línea editorial; pero bueno, así daré rienda suelta a la habilidad que --dicen-- tengo más desarrollada: hablar (mucho) sobre cosas que no tienen mayor trascendencia, o cuando menos, no lo aparentan ;) . Hasta la próxima.